Las lámparas germicidas son un producto que actualmente está en auge. Y es que, con la llegada de la pandemia, se empezaron a buscar con ahínco métodos para desinfectar superficies de forma rápida, sencilla y segura.
En estas circunstancias, las lámparas germicidas comenzaron a brillar, ya que tienen la capacidad de inactivar bacterias, virus y demás patógenos. En este artículo veremos un análisis de este producto.
Una lámpara germicida es una lámpara que tiene ciertas peculiaridades. La principal de todas es que produce luz ultravioleta de tipo C (UV-C).
¿Qué es una lámpara germicida?
Esta radiación ultravioleta es la que inactiva a los patógenos del ambiente ¿Cómo lo hace? La radiación ultravioleta que se usa es de onda corta. Entre otras propiedades, altera el proceso de formación de dímeros de pirimidina, uno de los componentes basales a partir de los cuales se forma el material genético (ADN y ARN).
Algunas lámparas germicidas también pueden producir ozono, por lo que se usan para desinfectar el agua.
Tipos de lámparas germicidas
Existen tres tipos diferentes disponibles en el mercado:
- Lámparas de baja presión. Su longitud de onda es de 253,7 nm. El tubo está formado con cristal de cuarzo, pero no tiene fósforo fluorescente. Aunque su forma común se parezca a una lámpara fluorescente, sus diferencias hacen que la luz ultravioleta no se modifique en ningún momento. No obstante, sí que pueden producir algo de luz visible por bandas de radiación de mercurio.
- Lámparas de media presión. Éstas se parecen más a las lámparas de tipo HID. Estas lámparas dan una fuente de radiación muy intensa, por lo que se usan comúnmente para tratar aguas industriales.
- Lámparas germicidas con tecnología LED. Esta es la tecnología más novedosa. La longitud de onda suele ser de 265 nm, ya que es la más adecuada para que ADN la absorba. Esta opción no contiene mercurio, por lo que son más seguras. Además, la tecnología LED permite que esta opción sea en menor tamaño y que tenga más vida útil y menor consumo.
Beneficios de su uso
Las lámparas germicidas ayudan a evitar la propagación de diversos patógenos: bacterias y virus, pasando por hongos y protozoos. Este producto puede llegar a eliminar hasta el 99.9% de los patógenos de nuestro entorno.
Ahora bien, cada superficie y habitación requiere de un diverso nivel de protección, por lo que esos son algunos factores a tener en cuenta.
Dependiendo de los modelos, estas lámparas se pueden usar para limpiar el aire y el agua, así como diversas superficies.
Cómo usar las lámparas germicidas
Las lámparas germicidas son menos lesivas que otros métodos de desinfección con luz ultravioleta. No obstante, también hay que usarlas con cuidado.
Estas lámparas no pueden estar en contacto directo con la piel, y menos aún con los ojos. Pueden provocar quemaduras y otro tipo de lesiones, ya que esta radiación penetra de manera más profunda que otras. En el caso de las lámparas germicidas portátiles, la piel debe estar a más de 5 centímetros como mínimo.
Por norma general, las lámparas germicidas cuentan con gafas de protección dentro del kit que ofrecen, ya que los ojos son una de las partes más sensibles a esta radiación. No obstante, en ningún debería la radiación incidir directamente en nuestros ojos, ni aunque tengamos protección.
Las lámparas portátiles cuentan con un nivel de radiación menor que permite que se puedan usar de forma manual. Estas servirían para desinfectar elementos específicos, como puede ser un sofá o una mesa.
También hay otras lámparas más grandes, con capacidad de desinfectar un cuarto entero, o incluso un espacio mayor. En ese caso, hay que dejar lista la lámpara con una serie de parámetros, como el tiempo y el momento en el que va a funcionar.
En el momento de su funcionamiento, no debería estar ninguna persona en dicha habitación, ya que la radiación expuesta es bastante lesiva. No obstante, las lámparas germicidas actuales suelen contar con detectores de personas para inactivarse en caso de que detecten algún movimiento inesperado.
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